"La palabra, una vez escrita, vuela y no torna" - Quinto Horacio Flaco

lunes, 23 de abril de 2012

Hay muchas y muy bellas formas de despedirse


1. Un abrazo en medio de una calle solitaria. Un abrazo lo suficientemente largo para retener en la memoria el aroma indeleble de sus cabellos y lo suficientemente breve para no fundirse en sus brazos.

2. Un "adiós" tajante y seco como el golpe tajante y seco del ataúd contra el fondo de la fosa.

3. Un suspiro imperceptible que el aire enseguida recoge y lo transporta lejos, muy lejos, desgarrándolo y esparciendo los pequeños trozos por las aceras de la ciudad.

4. Un mensaje escrito con prisas y con carmín en el espejo de un hotel.

5. Una caricia inmensa como descarga de fuerzas misteriosas y únicas.

6. Una mentira dulcísima del tipo "espero-verte-pronto", "te-quiero", "nunca-te-olvidaré".

7. Una propina.

8. Un incendio de carnes, retinas y gemidos.

9. Una sonrisa tiesa y torpe de maniquí.

10. Un colgar el teléfono resignadamente.

11. Un café, un clavel de Sanborns.


(El reconocimiento, o más bien, la experiencia de la finitud nos vuelve patéticos y preciosos. ¿Cuántas primeras y cuántas útimas veces han pasado sin que yo me diera cuenta?, ¿cuántas despedidas han pasado desapercibidas por mí, por todos?).

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