"La palabra, una vez escrita, vuela y no torna" - Quinto Horacio Flaco

martes, 10 de agosto de 2010

Once odiosos mexicanismos

Yo soy de los que están de acuerdo con Alfonso Reyes: la semilla del lenguaje está en el pueblo y es entre lavaderos y banquetas que germina la verdadera gramática y la semántica adquiere su valor real. Aplaudo para mis adentros el modo tan imaginativo y arriesgado en que los mexicanos usan los diminutivos, la aliteración y la sinécdoque para expresar sus ideas. Para nosotros, los objetos y las palabras adquieren nuevos significados cada día. Aquí estamos acostumbrados a quebrantar todas las leyes, incluso las de la lingüística y la fonética. Esto nos convierte en un pueblo vivo, que se nutre de la realidad, que la amolda, que se las ingenia para hacer del castellano su más leal compadre, el único que entiende nuestros estados de ánimos, nuestras costumbres y nuestras manías. Algunos atrevimientos, sin embargo, me parecen irrespetuosos. A pesar de su flexibilidad, el idioma posee sus propios límites, que no deberían rebasarse ni expandirse más de la cuenta. Tal es el caso de los siguientes ejemplos, todos muy censurables:

1. “Y que agarro y le digo…”

2. “Claro que sí, manito.”

4. “Ayer venimos y no estabas.” Venimos es la forma presente del verbo venir. En pretérito, la enunciación correcta es vinimos.

5. “¡No trasgiverses mis palabras!” La ortografía adecuada es tergiverses.

6. “Huuuy.” No hay nada incorrecto en esta interjección, pero en lo personal me parece un sonido muy molesto y de interpretación con frecuencia ambigua.

7. “Se mueve rico la bailarina.” A pesar de que rico puede significar sabroso o agradable, es un adjetivo que pertenece a otro contexto. Su utilización en este ejemplo resulta forzada y poco convincente.

8. “¡Es una mamada!” Nunca he entendido del todo la acepción vulgar de esta palabra. Mamar (“chupar”) es un término que se trasladó por analogía a los borrachos. Un mamado en algunos países es un ebrio. Supongo que de aquí proviene su significado coloquial: una mamada es algo que carece de sentido, que está fuera de toda razón y conveniencia: un disparate. Algo de borrachos. Existe, empero, otra acepción: la de mamado como hombre musculoso. Supongo que aquí su origen posee dos explicaciones. Por una parte, mamado (o chupado) puede aplicarse a alguien que ha absorbido todas sus fuerzas físicas. Alguien que se ejercita demasiado. Por el otro lado, mamado podría ser alguien que ha mamado mucho, que está bien comido, que se nutre. De cualquier forma, mamar me sigue pareciendo uno de los vocablos más enigmáticos que emplea el mexicano, junto con el verbo chingar y jalar, cuyas acepciones son prácticamente infinitas.

9. “A Pedro le encanta el borchinche.” La palabra es bochinche.

10. “La fiesta será al interperie.” La escritura correcta es intemperie. Viene del latín tempus. Se trata de un sustantivo femenino y por tanto debe ir precedido por el artículo la. La locución adverbial quedaría de este modo: a la intemperie.

11. “Acapulco ya está cercas.” El seseo final es inquietante.