"La palabra, una vez escrita, vuela y no torna" - Quinto Horacio Flaco

martes, 14 de diciembre de 2010

¡¡QUIERO
UN POCO DE
AU
TEN
T
ICI
DAD!
!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Oración del veinteañero

Que no me entere que estoy triste, que nunca me entere.
Que el humanoide de los semáforos no marque la cadencia de mis pasos. Jamás.
Que los odiosos besos de don Nadie no se planten en la boca de cualquiera.
Que las palabras no pierdan su rosa mexicano.
Que las cartas no se llenen de promesas.
Que mi cuerpo no se vuelva un fugitivo.
Que los adioses siempre exijan duelo.
Que no sea plural la celeste historia de mi corazón.
Que las sonrisas de las fotos no se inviertan.
Que no venda ni compre mi alegría.
Que no susurre ni grite ni solloce.
Que nunca sueñe con un mundo mejor.
Que los años se amontonen como paja.
Que la luna no se olvide de alumbrarme.
Que los Sanborns no cierren.
Que no estallen los volcanes.
Que no se extinga la fe.
Que haya bodas y haya bailes.
Que las mentiras no se hagan verdaderas.
Que el Infierno exista.
Que la ciudad se llene de más autos.
Que los recuerdos se esfumen y no vuelvan.
Que quiebren los bancos y las notarías.
Que venga otra guerra, y otra más, para agregar fiestas civiles al calendario.
Que el Ángel de la Independencia emprenda el vuelo.
Que por fin llegue el Mesías.
Que jamás suba los codos a la mesa.
Que no me ponga mal el cinturón.
Que la Razón nunca me pervierta.
Que viva México, mexicanos.
Que García Márquez no escriba más.
Que no me caiga un rayo.
Que prosperen los alimentos transgénicos.
Que el sol no explote.
Que se inventen más vacunas.
Que Belinda y Kesha y Shakira lean la Ética nicomaquea.
Que siga siendo el rey.
Que no se ocupe de mí el olvido.
Que cada cumpleaños feliz sea un victoria secreta.
Que un día me quieran sin más.
Que no dure.
Que se apuren los vasos hasta el fondo.
Que no desista.
Que no me engañen con cuentos surrealistas.
Que siempre un viento sople y golpee la bandera del Zócalo.
Que por favor se renueven estos votos.
Y que no muerda el anzuelo.
Amén.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Las Islas de CU


"Las Islas de CU", El Bosco
Hacia 1500, óleo sobre tabla, 220 x 389 cm
Museo del Padro de Madrid

viernes, 15 de octubre de 2010

Celebremos nuestra mortalidad

A free man thinks of death least of all things, and his wisdom is not a meditation upon death but upon life.
Spinoza, Ethics
---
What awaits men at death they do not expect or even imagine. Death is all the things we see awake; all we see asleep is sleep."
Heraclitus, fragments 84 & 89 (Charles Kahn)
---
La muerte es sólo la suerte con un letra cambiada.
J. Sabina, "Embustera"
---
The longing not to die, the hunger for personal immortality, the effort by which we strive to persevere in our own being, this is the emotional basis for all knowledge and the intimate point of departure for all human philosophy.
Unamuno, The tragic sense of life
---
La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Éstos conmueven por su condición de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro d eun sueño. Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y azaroso. Entre los Imortales, en cambio, cada acto (y cada pensamiento) es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otro que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario. Lo elegíaco, lo grave, lo ceremonial, no rigen para los Inmortales.
Borges, "El inmortal"
---
Aunque él me quitare la vida, en él confiaré.
Job 13:15
---
¿Pero es que no viene a ser una purificación eso [la muerte], lo que desde antiguo se dice en la sentencia 'el separar al máximo el alma del cuerpo' y el acostumbrarse ella a recogerse y concentrarse en sí misma fuera del cuerpo, y a habitar en lo posible, tanto en el tiempo presente como en el futuro, sola en sí misma, liberada del cuerpo como de unas cadenas?
Platón, Fedón 67 c-d

jueves, 23 de septiembre de 2010

Todo es una obscenidad

Todo es una obscenidad: el gris mortuorio de las nubes, el rumor metálico del viento, el bostezo soñoliento de cada mañana, el disco intensamente verde de los semáforos, las flores de hospital, el rubor ficticio de las secretarias, el tono impersonal de los noticieros, el llanto que se derrama a carcajadas, las manecillas inexorables del reloj, las batas blancas de los doctores, los botones desabotonados de las camisas, el olor a tinta de los libros, las frutas artificiales de los fruteros, la luz quemante del sol, el rezo intermitente de la lluvia, las ojeras del día después, el “hasta luego”, el “buenos días”, el calor de un calentador eléctrico enchufado a la pared, el grito suplicante del teléfono, el movimiento desganado del coche, las promesas como juguetes de cuerda, el pasado que te desafía desde una foto, los personajes que se emancipan de sus papeles, el bolígrafo que atiende a un dictado, la cuadrícula perfecta de los blocs, el beso angustioso de los amantes, los chocolates que se exhiben en cajas de cartón, la espera silenciosa de las bancas de parque, las manos que se unen y se separan, el terror de alguna película de terror, el final de la madrugada, el aroma dulzón de un cuello, las sombras espesas que extienden los edificios, la monotonía matemática del mar, el ondear de las banderas, los abrazos fugitivos, las caricias que se reparten, los “te amo” que se pronuncian que se escriben que se refutan que se recuerdan, el fatigoso vaivén de la noche, la suficiencia de los abogados, la sangre en un tubo, las cosas inefables, la atmósfera hogareña de los Sanborns, el humor del taxista, las pisadas inciertas de los niños, la nitidez de los espejos, el ambiente íntimo y fugaz de los ascensores, la poesía de los odontólogos, tu propia voz entre las otras, Platón en nueve tomos, la exactitud de la quiromancia, los rescoldos de la amistad, la calavera tatuada en un hombro, la música, los cumpleaños… Todo es una obscenidad.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

México

Yo sí creo que México es un gran país. El mejor.

martes, 10 de agosto de 2010

Once odiosos mexicanismos

Yo soy de los que están de acuerdo con Alfonso Reyes: la semilla del lenguaje está en el pueblo y es entre lavaderos y banquetas que germina la verdadera gramática y la semántica adquiere su valor real. Aplaudo para mis adentros el modo tan imaginativo y arriesgado en que los mexicanos usan los diminutivos, la aliteración y la sinécdoque para expresar sus ideas. Para nosotros, los objetos y las palabras adquieren nuevos significados cada día. Aquí estamos acostumbrados a quebrantar todas las leyes, incluso las de la lingüística y la fonética. Esto nos convierte en un pueblo vivo, que se nutre de la realidad, que la amolda, que se las ingenia para hacer del castellano su más leal compadre, el único que entiende nuestros estados de ánimos, nuestras costumbres y nuestras manías. Algunos atrevimientos, sin embargo, me parecen irrespetuosos. A pesar de su flexibilidad, el idioma posee sus propios límites, que no deberían rebasarse ni expandirse más de la cuenta. Tal es el caso de los siguientes ejemplos, todos muy censurables:

1. “Y que agarro y le digo…”

2. “Claro que sí, manito.”

4. “Ayer venimos y no estabas.” Venimos es la forma presente del verbo venir. En pretérito, la enunciación correcta es vinimos.

5. “¡No trasgiverses mis palabras!” La ortografía adecuada es tergiverses.

6. “Huuuy.” No hay nada incorrecto en esta interjección, pero en lo personal me parece un sonido muy molesto y de interpretación con frecuencia ambigua.

7. “Se mueve rico la bailarina.” A pesar de que rico puede significar sabroso o agradable, es un adjetivo que pertenece a otro contexto. Su utilización en este ejemplo resulta forzada y poco convincente.

8. “¡Es una mamada!” Nunca he entendido del todo la acepción vulgar de esta palabra. Mamar (“chupar”) es un término que se trasladó por analogía a los borrachos. Un mamado en algunos países es un ebrio. Supongo que de aquí proviene su significado coloquial: una mamada es algo que carece de sentido, que está fuera de toda razón y conveniencia: un disparate. Algo de borrachos. Existe, empero, otra acepción: la de mamado como hombre musculoso. Supongo que aquí su origen posee dos explicaciones. Por una parte, mamado (o chupado) puede aplicarse a alguien que ha absorbido todas sus fuerzas físicas. Alguien que se ejercita demasiado. Por el otro lado, mamado podría ser alguien que ha mamado mucho, que está bien comido, que se nutre. De cualquier forma, mamar me sigue pareciendo uno de los vocablos más enigmáticos que emplea el mexicano, junto con el verbo chingar y jalar, cuyas acepciones son prácticamente infinitas.

9. “A Pedro le encanta el borchinche.” La palabra es bochinche.

10. “La fiesta será al interperie.” La escritura correcta es intemperie. Viene del latín tempus. Se trata de un sustantivo femenino y por tanto debe ir precedido por el artículo la. La locución adverbial quedaría de este modo: a la intemperie.

11. “Acapulco ya está cercas.” El seseo final es inquietante.

lunes, 26 de julio de 2010

¡Sshh!

Primer secreto: la noche mexicana

¿Sabías que dos arrugas se forman en tu entrecejo cuando duermes? Ayer lo advertí, mientras tú soñabas y yo desgranaba en silencio las lentas horas del insomnio. Dos arruguitas en medio de tus cejas. Me entraron unas ganas terribles de borrarlas con un beso, pero me dio miedo despertarte. ¿Por qué frunces la cara? ¿Será una preocupación como pinza la que te arruga la piel? ¿Será un pensamiento atorado en tu frente? El resto de la noche me dediqué a contemplar tu rostro, que incluso en la inconciencia parece firme: los ojos que se callan detrás de los párpados, la nariz que consume y produce como la Caribdis de Homero, la boca que no ve, cegada por las tinieblas, el cabello revuelto, las mejillas. Se me ocurrió entonces que los dos éramos irreductibles y vencedores, víctimas y asesinos a la vez. Pensé que la ciudad que se removía afuera nos estaba sitiando y que al amanecer, cuando bajáramos del colchón, nos rendiría. En aquel momento deseé que el sol no sucediera a la luna, para que no tuviésemos que levantarnos, para no despegarme de esa escena como espejismo, para ser siempre vigilante de aquellos secretos que se confiesan en tu cara cuando crecen las sombras, a ti te da por dormir y a mí me da por abrazarte.


Segundo secreto: la dialéctica de un taxista

--¿Ya a descansar?
--¿Perdón?
--¿Ya va a descansar?
--Sí. Por fin.
--¿Y él a chambear?
--Sí.
--Ah, así es la chingada vida.


Tercer secreto: el agua

Las lluvias de estos días me traen a la mente un cuento de Felisberto Hernández: "La casa inundada". ¿No es verdad que el agua, con su color, con sus ruidos, trata siempre de comunicarnos algo? Clic clic clic. Las gotas chocan contra la ventana y parecen murmullos. Clic clic clic. Tartajean una plegaria tristísima. Nunca, sin embargo, acierto a adivinar las palabras detrás de esos gorjeos. No toda el agua es igual. La de los océanos es inquieta y abrasiva. El agua dulce de los estanques y de las fuentes, en cambio, es tímida y delicada: se estremece apenas siente nuestras caricias sobre su lomo. Clic clic clic. La lluvia trata insistentemente de contarme sus secretos. Clic clic clic. Se confiesa y yo no le entiendo. Clic clic clic. Ella persiste, frenética. Clic. Me va a enloquecer.

martes, 13 de julio de 2010

La espuma de una tristeza crepuscular

Dos personas están sentadas a la mesa de una cocina angosta. Afuera, se agota la tarde. Una nube pesada y gris parte en cientos de rayos la última luz del sol. Los rayos se precipitan al suelo tiñendo de rojo los quicios, las banquetas y los postes de la ciudad. Un foco de veinticinco voltios ilumina la cocina. Sobre la estufa, las verduras se cuecen dentro de su olla y emiten un siseo apagado. Las personas no se hablan; sólo se miran y sonríen mientras esperan la noche, la cena, el amor.

martes, 6 de julio de 2010

¿Qué le pedirías a la persona amada?

Pues que no intente acompañarme a las fiestas, pero que se quede en casa para que le cuente los chismes. Que no me interrumpa cuando escribo, que lea los mismos libros que yo, que tenga conocimientos de Medicina, leyes, fontanería, electricidad... En definitiva, que me adore.
Ah, que no me agobie. Y que acepte que soy un inútil.

La ley del deseo, Pedro Almodóvar

lunes, 28 de junio de 2010

jueves, 10 de junio de 2010

¡Se los dije!

"Se" es un pronombre que sustituye al objeto indirecto de una oración.
"Los" sustituye al objeto directo.

Siempre debe haber concordancia, tanto en el género como en el número.

Si dije algo a ustedes o a alguien, significa que se lo dije.

Se lo dije.
Me lo dije.
Te lo dije.
Se lo dije.
Nos lo dije.
Se lo dije.
Se lo dije.

miércoles, 9 de junio de 2010

La pura verdad

Los Reyes son los padres.
Los buenos modales son necesarios para engañar.
Nunca sabes cómo.
La felicidad está al lado. Siempre está al lado.
La vida es un cliché.
El amor es una antítesis.
Hay preguntas sin respuestas.
Las axilas son puntos erógenos.
Los mexicanos no se rajan.
Las buenas respuestas son preferibles a la realidad.
Las palabras no dicen nada.
Hay respuestas sin preguntas.
Crees que sí, pero no.
El tiempo juega carreras contigo.
Tienes miedo.
Dios no existe.
El cumpleaños no es feliz.
No eres el mejor amigo de tu mejor amigo.
No te interesa cómo está.
No sabes.
Has robado, has mentido, has dicho te amo.
Un clavo no saca a otro clavo.
Los difuntos no regresan cada dos de noviembre.
Los escritores no terminan sus novelas: las abandonan.
Las mujeres tienen una voz chillona.
El convencimiento nace de la repetición.
Te picas la nariz.
Las noches huelen a colonia barata.
El morbo desenmascara pulsiones.
La fidelidad es un tipo refinado de neurosis.
Todo placer es efímero.
Recuerdas sólo aquello que no pasó.
El peor traidor a lo largo de tu vida será tu propio entrecejo.
Utilizas el sarcasmo como una forma de soltar confesiones que nadie tomará en serio.
Desconoces el porqué de la mayoría de tus sonrisas.
La comida cuesta.
Los ojos son imanes.
Cantas mal.
Eres misólogo.
No entiendes nunca los motivos.
Las cosas carecen de motivos.
El poema que aparece en los billetes de cien pesos no es de Nezahualcóyotl.
Te huelen los pies.
La tristeza es un sentimiento bien egoísta: surge cuando tu orgullo ha sido herido.
Cosechas una secreta afición por las telenovelas de Televisa.
Los niños gustan de dormir bocabajo para que el colchón roce sus genitales.
La soya previene la osteoporosis.
Te apendejaste.
La mordida de un macaco te puede transmitir el herpes.
La edad no otorga sabiduría.
No estás de acuerdo.
El odio inhibe el dolor físico.
El Ángel de Reforma no es ángel, sino una Niké alada.
Besas para recuperar.
El hubiera es una quimera.
El movimiento se explica a través de la dialéctica.
México no es el ombligo de la luna.
Los cerdos se zambullen en el lodo para limpiarse.
El aplauso es un instinto también presente en los primates.
Algo se te rompió.
Los buenos entendedores requieren de muchas palabras.
No hay segundas oportunidades.
El crema no es de color crema.
No siempre encontrarás lugar en el camión.
La verdad es un vicio.

jueves, 29 de abril de 2010

Esquites

Ayer leí el Popol Vuh, comí esquites y, luego, recité (de pie y con voz estentórea) el Cantar de las mujeres, de Aquiauhtzin de Ayapanco. Sigo creyendo que los diminutivos de este poema no deben considerarse una especie de provocación a Axayacatzin o un gesto de ternura (al estilo de Las mil y una noches). Por el contrario, el diminutivo en náhuatl tenía una función reverencial. Bajo este criterio, el cantar deja de ser revoltoso para volverse extremadamente sumiso. Este respeto profundo hacia Axayácatl no es extraño, tomando en cuenta que para entonces los de Ayapanco estaban bajo el sometimiento azteca y que el poema se cantó en el palacio mismo del tlatoani. "Pequeño Axayácatl" debió traducirse como "señor Axayácatl" o "gran Axayácatl", si es que mi concepción de los diminutivos es atinada.

Ah, ese León-Portilla travieso.

martes, 27 de abril de 2010

Hay quienes

Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros.

Jorge Luis Borges

viernes, 16 de abril de 2010

Viejo y cansado

Jamás, hasta esa noche, había pensado en la posibilidad de que la luna fuese un "él" en vez de un "ella".
Le tomé la mano y juntos contemplamos el paisaje negro del parabrisas: el cielo se había vuelto un telón de oscuridad. No brillaban las estrellas, no había luz ni vida en aquel páramo. Las penumbras se sucedían unas a otras, uniéndose y desuniéndose en moratones que te robaban el fulgor de los ojos. Los árboles se diluyeron en las jardineras, se desdibujó mi cara, el coche, el piso. Un como miasma descendió y se tragó las formas, sustituyéndolas por sombras líquidas que nos rodeaban más y más a cada minuto; las supe cerca, ciñéndome por todos lados. Y el mundo se empequeñeció. Y ya no había estacionamiento ni gente ni ciudad. Estaba tan sólo ese cuadro infranqueable de tinieblas, con sus miles de filos hincándoseme en la piel.
Le apreté más la mano, para no sentirme solo. La suya, sin embargo, era una mano muda. No me respondió las caricias; calló cuando le besé el dorso. Permaneció impasible tras cada uno de mis roces. Y me pregunté de súbito si aquello era real. Esa mano glacial como de cadáver, ese auto inasible, ese negror que me asfixiaba.
La noche se me antojó una plegaria que alguien recitaba a murmullos. Me pareció un conjuro que estaba a punto de romperse.
Entonces ocurrió lo que jamás había pensado.
En las alturas, la oscuridad empezó a retroceder y a tropezarse con las nubes. Sopló una ráfaga de viento, y en el centro del parabrisas, pero muy allá, incalcanzable, se materializó la luna. Era una luna redonda y de color dorado. Grande y llorosa, como si se hubiese asomado de su buhardilla sólo para constatar lo ya constatado mil veces.
De su superficie salieron rayos, y a mí se me ocurrieron que eran lágrimas de tristeza. Que las lágrimas de la luna son así: hebras de luz que parten la atmósfera y que se derraman sobre los objetos, devolviendo el perímetro y las aristas a los rostros de las personas. El estacionamiento resurgió, alumbrado apenas por aquel foco mortecino. Era, no obstante, un paisaje hecho como de muchos pedazos. No era el mismo estacionamiento, ni el mismo coche, ni la misma ciudad.
Volteé a ver su mano.
Tampoco era la misma.
--En alemán, la luna es un sustantivo masculino.
Dijo de repente, y su voz vino a quebrarse contra mis oídos.
Barajé varias repuestas en mi cabeza, pero no logré decidirme por ninguna.
Ambos nos hundimos en el silencio. Y al cabo la oscuridad volvió a cerrarse, se esfumó la luna, dominaron las tinieblas.
Me separé lentamente de su mano. Hubiera querido llorar, como la luna. Traté de llorar, de yo también lanzar mis rayos sobre las cosas. Llorar y que mi llanto me sacudiese el corazón y me exprimiera de una buena vez todas aquellas emociones que lo traían muy húmedo.
Las lágrimas se equivocaron; no llegaron a los ojos, sino que se me subieron hasta la boca y allí, con su sabor salado en la lengua, me obligaron a sonreír.
De vuelta en casa, deshice la maleta y me contemplé en el espejo. La sonrisa todavía no se me apagaba. Me flotaba ahí, a la altura de los labios. La noté sin siquiera encender la lámpara; me bastó el rayo de luz que se filtró por las cortinas.
La luna, allá afuera, se había vuelto a asomar. Se me figuró un hombre viejo y cansado.

martes, 23 de marzo de 2010

jueves, 18 de febrero de 2010

martes, 9 de febrero de 2010

Presentación

Estás muy invitado a la presentación de mi libro, el jueves 18 de febrero en el Palacio de Minería (Tacuba 5, Centro Histórico), a las 19:00 horas, Auditorio Uno (Sotero Prieto).
Nos vemos ahí.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Faralá

Ayer me confundí. Escribí "2009" en vez de "2010". Detuve un momento la pluma y me puse a reflexionar.
No sé qué destacar del año pasado. Fueron doce meses muy repletos de sorpresas y de tribulaciones. No puedo negar que sufrí y que disfruté del sufrimiento. Cuánto me divertí. Ocurrió todo; no sabría mencionar una sola cosa que no haya estado presente en el 2009. Hubo amor, quizá demasiado; hubo premios literarios, escenas surrealistas, viajes, pecados y muchas palabras mensajeras. Hubo decisiones, mentiras y cuestiones por resolver. Hubo respuestas sin preguntas.
Desfilaron ante mí quién sabe cuántos personajes. Y todos fueron peregrinos. Hasta yo me fui. Las piezas se desencajaron para después rearmarse en un modo distinto.
Quizá no me equivoqué.
Tal vez una parte de mí se aferra al 2009.
Fue un año importante. Me mostró que la realidad está determina y que la libertad es un espejismo que siempre está a punto de fundirse. Que el caos fluye y nos arrastra a todos consigo, para bien y para mal.
Hoy más que nunca siento que nadie me conoce y que yo solo me basto.
Me enorgullezco de nunca regalar más que una sonrisa, y de mantenerme aquí, al pie de guerra. Con mis libros a un lado y la palabra haciéndome cosquillas en la boca.
Miro al 2010 con expectación. Me da miedo el torbellino imparable que se ha vuelto la vida para mí. Hay algo de que asombrarse en cada recodo. Me pregunto qué será esta vez...
Me alegra esta emoción constante. Me pone muy feliz.
Los propósitos de Año Nuevo han ido quebrándose uno a uno, y es apenas febrero.
Me juré engordar y ya adelgacé. La báscula marcó los 62.
Me dije que este año cazaba a una novia y no la dejaba ir, y ya he dejado ir a algunas.
Juré a Dios y a Diego que abriría pista si Shakira me lo mandaba [jajaja], y cuando llegó la hora me acobardé. Peor tantito: salía de un antro en Polanco cuando me asaltaron.
Dos hombres con una navaja. Les di mi celular. Y estaba por darles la cartera cuando me arrepentí. Protesté. Les dije que me iba a quedar con mis credenciales, que gustoso les daba el dinero, pero que no me iban a quitar las tarjetas. "Te voy a picar, te voy a picar", me repetía uno. Yo no sé de dónde saqué los bríos para sacudir la cabeza y empezar a sacar las credenciales.
Los hombres estaban impacientes. No se esperaron a que les entregara la cartera; antes se echaron a correr.
Yo me limpié el sudor de la frente.
Sólo fue un celular.
Pero el sinsabor me duró varios días. No abrí pista y me arrebetaron el teléfono. Dos derrotas reunidas en una misma noche.
Maldito determismo y maldita libertad, que me llevan a escenarios tan terribles como cómicos.
Estoy casi seguro, sin embargo, que en el próximo año me volveré a equivocar, escribiendo "2010" en vez de "2011". Y que otra vez me echaré a reír. De mí y de las circunstancias.