"La palabra, una vez escrita, vuela y no torna" - Quinto Horacio Flaco

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Charles Dickens


Resulta imposible no acordarse de él en estas fechas. No sé por qué, pero identifico a la Navidad con una ciudad gris, plagada de chimeneas que escupen su humo al agujero de ozono y poblada de trabajadores que huyen presurosos al fuego del hogar, tocados con bufandas y abrigos que les sientan dos tallas más grandes... No sé por qué, pero ésa es la Navidad de mis pensamientos. Sospecho que la culpa la tiene Charles Dickens y sus narraciones urbanas, muy victorianas, muy del siglo XIX.
Si se lee Cuento de Navidad detenidamente se encuentran (o al menos yo encontré) muchas similitudes con el Don Juan Tenorio de José Zorrilla. Lo digo por los espectros que se aparecen, que no dejan de atormentar al protagonista y que pretenden realizar una especie de catarsis en el lector.
Es una gran obra, la de Dickens, que captura el espíritu de las Navidades victorianas. Tanto me impresionó que ahora siempre asocio este época del año con la vetusta y "polvosa" Inglaterra de Charles.

martes, 16 de diciembre de 2008

Res visenda

Mi novela consta de...

514 páginas.
161,206 palabras.
801, 692 caracteres (sin espacios)
960, 061 caracteres (con espacios).
4,103 párrafos.
15,728 líneas.

¡Caray! Qué ocioso soy. Debería morderme más las uñas y teclear menos.

lunes, 15 de diciembre de 2008

El Códice Maya


Lo compré pensando que no se trataba de un libro yanqui más; incluso pensé que se trataría de una novela bien documentada, con toda esa publicidad que le hicieron cuando salió. Pero me equivoqué. Es una novela de aventuras, de corretizas por la selva y de ciudades prehispánicas, mágicas, perdidas en medio de la vegetación. Hay incluso un mono que socorre al protagonista. Y un puente colgante que cae y una gruta llena de tesoros dorados... 

domingo, 14 de diciembre de 2008

Henning Mankell


Henning Mankell es una de esas rarezas vivientes. Escribe novelas negras que ponen en evidencia su personalidad crítica. Sus libros normalmente están inmersos en un panorama social bien documentado y en ambientes epectrales. (Es decir: Europa del norte o África). Ha desarrollado una serie de novelas policíacas/negras protagonizadas por el mismo hombre: Kurt Wallander. La serie asciende a 10 volúmenes (que luego dan origen a una segunda serie, estelarizada por Linda Wallander), de los cuales yo solamente he leído los dos primeros: Asesinos sin rostro y Los perros de Riga.
Creo, sin embargo, que Henning Mankell comete un error al darle continuidad a sus obras: las novelas negras suelen caracterizarse por la densidad de su tono y por entrañar una carga psicológica que se deja caer sobre el lector. No le puedes pedir a una persona que revise 10 novelas negras sin que le dé migraña. Este tipo de literatura, en mi opinión, no debe extenderse más de tres tomos.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Rara avis

Luego de mi desaveniencia con el plural de "oxímoron", decidí (para no errar) buscar el plural de "maravedí" en el diccionario. Como el diccionario de María* estaba más allá en el estante, consulté el de la RAE, y me di de bruces con una sorpresa: "marevedí" es la única palabra del castellano que cuenta con tres plurales distintos: "maravedíes", "maravedís", "maravedises".



*Moliner.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Su rostro lívido


La frase "su rostro lívido" es de las más confusas de entender. Significa tanto pálido como amoratado, puede referirse tanto a un convaleciente como a una jovenzuela enamorada. La frase "su rostro lívido" no nos dice nada por sí sola, y a menudo no se vuelve más comunicativa cuando se le rodea de otros enunciados. Es una violación al principio de no contradicción, para escándalo de Aristóteles y de la ciencia. "Su rostro lívido" compone una ambigüedad, una treta del castellano o un reto al lector.
"Su rostro lívido contrastaba graciosamente con sus labios lívidos". ¡Ah, imposible descifrar el significado de esta descripción! La palabra "lívido" me parece impasible; temible e impasible. La peor palabra. La que miente, la que nunca se pone de acuerdo con el contexto; la que nos lleva de un extremo a otro.
De entre todas las palabras mensajeras, es la que más rápido va.
"¿Cuál fue su reacción cuando volvió a verte, luego de tanto tiempo sin recibir noticias tuyas?", me preguntaron hace no mucho.
Yo bosquejé media sonrisa y contesté: "Reaccionó como esperaba. Su rostro se quedó lívido".
Y todos asintieron. Ninguno supo por qué.

domingo, 7 de diciembre de 2008

24 horas en la vida de una mujer

Ayer, arreglando los libros, di con esta obra de Stefan Zweig. No me acuerdo de los pormenores de la trama, pero el sabor de la historia aún lo siento fresco en la mente... Trata de una mujer que, luego de varias décadas, se propone relatarnos las 24 horas más trascendentales de su vida. Este flashback nos lleva al casino de Montecarlo. A un joven apuesto, presa de los juegos de azar, y a una dama que estará dispuesta a dejarlo todo por una aventura.
La historia tiene todo lo que me gusta: un tono nostálgico, una escena romántica bajo la lluvia, el ruido del mar, una pasión entre desconocidos, mucha despersonalización y muchas faltas a la moral.
Personalmente, no creo en los amores que nos describen los europeos de finales del siglo XIX y principios del XX: son amores que se cultivan en cuestión de horas y que ponen tanto a caballeros como a elegantes damas a temblar de duda y emoción. No, en definitiva no comprendo esos amores, aunque me encante leerlos.
El libro está plagado de juicios morales. La protagonista no sólo nos narra acciones, sino que se detiene varias páginas en descripciones sobre sus sentimientos. Parece, incluso, que le preocupan más las emociones que las acciones mismas...
En fin, es una gran novela, que retrata bastante bien la consternación de los europeos de esos años: temían que su esposa se les fuera de casa, harta de la monotonía y enamorada de algún señor con sentido del humor y buen semblante.
La mujer que nos cuenta las 24 horas más irreales y vertiginosas de su vida bien pudo protagonizar Casa de Muñecas, de Henrik Ibsen. Seguramente Stefan Zweig leyó esa obra, o la vio en el teatro.
Caray, después de Nietzsche las maridos empezaron a ver a sus esposas con recelo, temerosos de que éstas se volvieran supermujeres.
Y seguimos recelando, ¿no?
Da igual.
Ayer, luego de pensar en todo esto (es decir, luego de ir de Stefan Zweig a Ibsen, y después a Nietzsche) coloqué 24 horas en la vida de una mujer en uno de los estantes del centro. Ya bastante olvidado está Zweig como para que yo, además, lo olvide.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Esta boca sigue siendo mía (una canción para las chicas malas)


Hace tres semanas llegó a los estantes Esta boca sigue siendo mía, una recopilación completa de los versos que publica Sabina en Interviú. Extraigo de sus páginas estas estrofas, mis favoritas:


El porno que me excita es cutre y casero,
mejor las Maritornes que la Afrodita,
jartito de subir la cuesta de enero
y que me diga nasti la Margarita.

Yo butanero, usted damita de casa,
hablo del siglo veinte,
cuando era un pibe,
un polvo en la cocina
y si no ¿qué pasa?
Lo imaginan las pajas
del que suscribe.

Pongamos un enfermo por bulerías
y una dulce enfermera de azul y cofia,
y una puta en la cárcel de Yeserías
soplando las velitas de la bazofia.

Si te invitan a un porro y una papela
puedes decir que sí,
que no, que depende,
en Europa también existen fevelas
y coños que se compran y que se venden.

Benditas las braguitas que se dejaban
ondear a media asta en un descampado
y en la misa de doce se confesaban
de dos mentirijillas y tres pecados.

Las tontas de la clase, las más horteras,
doctas de un evangelio
que no está escrito,
las hijas naturales, las peluqueras
que bailan con cualquiera el vals
de San Vito.

Las madres de Lolita, las cuarentonas,
con faldita escocesa de colegiala,
las primas inter pares, las calentonas,
las viuditas alegres, las chicas malas.

martes, 2 de diciembre de 2008

What's in a title?

Los títulos son siempre díficiles. Deben expresar mucho en pocas palabras, deben fluir sin atropellos. De preferencia tienen que iniciar con una letra que se encuentre en medio del alfabeto, para que el librero los acomode justo donde cae la mirada del cliente. Idear un buen título, insisto, es difícil. No extraña que en la mayoría de las veces sean los editores los que acaben seleccionando uno.
He aquí una lista que hallé en el blog de Barbara Wood, con el título original de la obra y, entre paréntesis, el que terminó apareciendo en las portadas y que es conocido por todos.

"Call the Darkness Light" (Domina, by Barbara Wood)
"All's Well That Ends Well" (War and Peace, by Leo Tolstoi)
"Trimalchio of West Egg" (The Great Gatsby, by F. Scott Fitzgerald)
"West of Waukegan" (On the Road, by Jack Kerouac)
"This Golden Land" (The Dreaming, by Barbara Wood)
"Short Pants" (Catcher In the Rye, by J.D. Salinger)
"Lunch At Bloomingdale's" (Breakfast at TIffany's, by Truman Capote)
"Tomorrow Is Another Day" (Gone With The Wind, by Margaret Mitchell)
"Venus Rising" (Soul Flame, by Barbara Wood)
"Catch-18" (Catch-22, Joseph Heller)
"Mayapan" (Woman Of A Thousand Secrets, by Barbara Wood)
"Tenderness" (Lady Chatterly's Lover, by D.H. Lawrence)
"The Terror of the Deep" (Jaws, by Peter Benchley)
"Something That Happened" (Of Mice and Men, by John Steinbeck)