"La palabra, una vez escrita, vuela y no torna" - Quinto Horacio Flaco

viernes, 30 de enero de 2009

Actus Mortis

Cortometraje realizado por Juan y yo en una tarde ociosa. (Que conste: en una tarde ociosa y luego de ver Amnesia, con todas las cefaleas y los disgustos emocionales y las náuseas que eso implica). Ecce el video:

http://mx.youtube.com/watch?v=n_FCExC9sPA


P.D.: Sí: nos inspiramos, pese a toda predilección literaria, en Julio Cortázar, el argentino aquél de Bestiario y Rayuela.

P.D.2: No es mi voz. Ah no, no es mi voz.

lunes, 26 de enero de 2009

Los ojos del perro siberiano


Se trata de una novela breve, brevísima. Me agrada porque logra niveles altos de emotividad valiéndose de un lenguaje y un estilo que raya en la simpleza.
El escritor nos relata un episodio triste (y verídico) de su niñez. Él vive solo con sus padres; su hermano mayor se ha marchado, y una nube de misterio rodea los detalles de esta decisión. La verdad que el niño pronto descubre le enseñará a valorar la vida, a expresar su amor y a observar las cosas de otro modo.
El hermano mayor padece sida, y no tardará en morir, acompañado sólo de un viejo perro siberiano.

José Agustín

Luego de leer La Panza del Tepozteco y La Tumba no resulta difícil descubrir los motivos por los que la literatura de la onda jamás prosperó.
He aquí el señor en sus mejores años:

miércoles, 14 de enero de 2009

El amor en los tiempos del cólera

Luego de siete libros y trece cuentos, sigo sin saber cómo García Márquez consigue narrar así. Supongo que es verdad lo que dicen: que todas sus historias son en realidad anécdotas que oyó atento a los viejos de Colombia. De otro modo no me explico cómo en sus textos García Márquez parece tener un dominio absoluto sobre la trama; puede platicarte el final sin siquiera mencionar el comienzo, o puede en cualquier punto del libro desviarse y sus personajes, y sus eventos, y sus descripciones gozan siempre de una coherencia que me desquicia, pues no la logro cifrar.
A lo anterior se le debe agregar el estilo mágico con el que dibuja la realidad latinoamericana; se vale de esa misma magia que ya había notado Alejo Carpentier, pero que (en mi opinión) sólo en las líneas del Gabo adquiere verdadera vida.
El amor en los tiempos del cólera me recordó a Cien años de soledad, a pesar de que a la primera le faltó Macondo. Fermina Daza se me antojó un nuevo retrato, aunque en otra pose y con otro escenario, de Úrsula Iguarán, la matriarca de los Buendía. Esto, sin embargo, no tendría por qué sorprenderme. Al fin y al cabo, tanto Fermina como Úrsula y la esposa del coronel sin cartas resumen con precisión escalofriante el perfil de toda mujer caribeña. Incluso algunos detalles (como el estoicismo maternal, las jaulas a rebosar de pájaros y el misterioso conocimiento que ambas tienen sobre los miembros de su familia) me trajo a la memoria la cara de mi abuela.
Me agradó, pues, más la forma que el fondo de El amor en los tiempos del cólera. La historia hiperbólica entre Fermina y Florentino no me gustó por su originalidad, por su evolución o por su desenlace; me gustó porque resulta un buen pretexto para abrirnos las puertas a un mundo tapizado de curiosidades, de sucesos fantásticos y de cotidianeidad. Y bien sabemos nosotros, los latinoamericanos, que la cotidianeidad por estas tierras significa un perpetuo espectáculo de cultura e ingenio, un derroche de folclore. Nadie vive con más imaginación que nosotros. De eso estoy convencido.
Luego de leer, vi la película. Y me enfrenté a lo que ya había presentido: una historia mutilada. Por evidentes causas, la versión visual suprime las habilidades literarias del Gabo; eso le resta de una sola sentada la mitad de los méritos a El amor... Lo siguiente que advertí fueron las caracterizaciones. O los actores no supieron interpretar bien sus papeles, o la adaptación al cine modificó la personalidad de los protagonistas de la novela. A Tránsito Ariza, por ejemplo, no se le representa como a una mujer astuta, muy lúcida (hasta antes de su vejez) y medio usurera. O el padre de Fermina, a quien se le ve en la película jovial y esbelto; algo que no casa con lo que leí. A la historia de amor, por otra parte, no le estampan el aire irónico, rídiculo y hasta burlón que sí aparece en la novela. Se aniquilan algunas otras figuras, como Leona, que trabajaba en la Compañía Fluvial. Y se alteran varias escenas del libro. (Me molestó que Fermina y Florentino intercambiaran su primera carta a la salida de la iglesia en vez de en el pórtico de su casa; y me molestó aun más que no mostraran cómo cae un caca de paloma en el sobre justo cuando se la está dando; me llamó la atención, también, que cambiaran un poco el capítulo de la serenata). No sé si las críticas sean justas. A lo mejor fui incapaz de apreciar la película pues conocía de antemano los pormenores de su trama; no me causó nada porque no tenía nada nuevo que enseñarme, ya todo lo había leído. Si bien hay que reconocer que los guionistas extrajeron y conservaron del libro las mejores frases. Yo hubiera añadido otra: "uno sabe que está envejeciendo cuando comienza a parecerse a su padre".
Y la música de Shakira, pese a la opinión obcecada de Juan, es buena.