Sabina tiene la culpa de que ya no quiera amores civilizados, de que ande por la ciudad buscando encuentros que me iluminen el día, de preferir las medias horas de amor apresurado al ruido de gemidos. Él, en la infancia, me enseñó a pobretear a Gulliver, por ser un gigante entre enanos envidiosos. Pronto descubrí en sus versos que a los niños les da por perseguir el mar dentro de un vaso de ginebra. Y Sabina, irónico ante mi desencanto, sólo me aconsejó negar el asiento a las señoras. A él lo culpo de ser lo que soy. Él me tendió el milagro del abecedario y la llave de la ciudad prohibida. Él disparó la bala perdida que viene por mí. Por él me emociona la idea de un joven marqués de Sade sodomizando a una monja del Sagrado Corazón. Por él prefiero la maja desnuda y a la ciudad cuando se pinta los labios de neón. La noche que yo amo crece entre los despojos que ilumina Joaquín en cada canción suya.
Mientras crecía, Sabina me dijo muy quedo, al oído, que al mar los diques le sientan fatal. Que los espejos son unos cabrones. El flaco un buen día me dijo que pisara el acelerador, y desde entonces no conozco los frenos. No tengo costumbre de guardar la ropa si voy a nadar, me he vuelto un perdedor asiduo de tantas batallas que gana el olvido. Cuando alguien quiere conocerme, le pido que oiga a Sabina. Él posee las claves. Sus versos se han vuelto mis verdades, hasta el punto en que vivo a través de su poesía.
Él es el culpable de esto, lo juro. Por él encontrarás todo en mí…, excepto entusiasmo. No me gustan los excesos ni las privaciones.
Cuando cumplí los catorce, algo me dio y me puse a escribir sin tregua. Descubrí bien pronto que las palabras me salían febriles, como la carta de amor de un preso. No es que no quiera, es que no quiero querer alejarme de la maligna influencia de Joaquín. A los quince años cambiaron mis intereses de súbito. Los doctores dicen que fue cuando maduré. El lino blanco y mudo de la almohada ya no me aguardaba con sueños cándidos, sino con pesadillas donde salía tu lengua. Tenía la esperanza de que con la maduración desapareciera mi afición por la literatura; desgraciadamente, no fue así. La afición se intensificó y también lo hizo la necesidad de ensamblar oraciones. Culpo a Sabina también de esto.
Cuando la gente pregunta, respondo engreído que no, que yo no he llorado. La verdad es que sí, las lágrimas luego brotan sin remedio. Sólo que a mí, a diferencia de a muchos, las lágrimas me saben a mermelada de ternura. Por eso me encanta derramarlas. Ha habido veces en las que, mientras en la pizarra pasa lista el profe de latín, lágrimas de desamor ruedan por la página de mi bloc, sin mojarlo.
He pisado más de una mierda, lo confieso. Los diarios siguen sin hablar de mí… o de ti. Confieso, además, que miento cuando se trata de historias de dos y que soy mi más íntimo enemigo. Me declaro culpable de estas y otras faltas, pero agrego que detrás se cierne un Sabina truhán, con parche en el ojo y pata de palo. A mí me basta un colchón para estar contigo; tengo a tu corazón de estufa. Yo puedo ser tu estación y tu tren, tu dios, tu asesino. Soy adicto a los desfiles de ropa interior y a las cajitas de cenizas que el placer deja tras de sí. Hago músculos de cinco a seis, para vivir cien años, porque la vida es negra y a mí siempre me ha fascinado ese color. Yo, como buen devoto de San Antonio, voy pidiendo besos. Siempre me los dan. Nunca, sin embargo, me los da quien quiero que me los dé. Muchas veces doy más de lo que tengo; algunas veces me dan más de lo que doy. Tengo proyectos que se marchitaron y más de un crimen perfecto que no cometí. Pero nada de eso me abate pues, como fiel de Sabina, sé que del desconsuelo mana la buena prosa.
Así soy yo, lo siento. En verdad me avergüenza. Sólo quiero que sepas que fui víctima de Joaquín. Mi alma de tahúr siempre pone las cosas a doble o nada; siempre se ve atraída por los labios del pecado, que tras humedecerlos la aburren. Suelo desesperarme rápidamente. En ocasiones me planto frente a la ventana, dispuesto a lanzarme de una buena vez. Pero, como todo caballero, yo no salto al vacío desde un primer piso. Si no me he cortado las venas ha sido por motivos bien mundanos, que van de la libido a tus oscuros ojos color verde marihuana. En mis guerras el quiero le gana al puedo. A mí no me duermen con cuentos de hadas. Soy un pez de ciudad que, como tú, ha perdido las agallas. La salud ni fu ni fa. Siendo honestos, el mundo me causa indiferencia. Suelo ir sin paraguas y a merced del aguacero. Así soy yo, y quisiera disculparme.
Crecí con el humo del cigarro de Sabina dándome en el rostro. Eso justifica mis fobias, mi humor, mis ganas de provocarte, aunque sea arcadas.
Soy todo esto y tal vez más. En medio de crisis, temblores y epidemias. Pero no me quejo. Ya habrá tiempos peores. Perdón por ser así y perdón, también, por escribir algo tan largo: no tuve tiempo de escribir algo más corto.
Me despido con esta boca que es, desde ahora y para siempre, más tuya ya que mía.
4 comentarios:
Me encantó!
Me conmoviste hasta la última entraña con tanto parafraseo y tanto Sabina y tanto de todo.
Mi parte favorita:
"No tuve tiempo de escribir algo más corto".
En verdad que la razón principal por la que no he publicado recientemente en mi blog, es porque no he tenido tiempo de recortar mis textos, así que eso me sonó por demás famiiar.
Gracias por inundarme de Sabina con esta hermosa -confesión-.
Un beso.
No cabe duda que Sabina ha hecho a un clon en vida, cosa que no me sorprende, por que de cierto modo te conosco y sé que en verdad eres así.
Oh Cuellar espero no te encadenes a un mundo del espejo irreal, donde todo lo que ves resulta interesante, pero que en la absoluta verdad es solamente un engaño frío e inconciente.
La vanidad mata cuando el mortal a ella se confía. Pero tu no eres vanidoso, simplemente eres un sujeto extraño entre extraños.
Saludos afectuosos.
Un día llegaste a mi, me dijiste este aqui es él. Mi motivo de desvelo, mi motivo de ser asi, El me enseño que no quiero vivir 100 años, que Me descuidare en Abril. A disfrutar las aves de paso sin perderme por unas medias negras. A dejar el cajon donde guardo mi corazón entreabierto y adorar cuada jueves cobarde. Este aqui es mi mentor en las madrugadas agrias del desvelo. Ese día me plasmaste qeu a pesar de mi frente marchita puedo aspirar a un eclipse de mar. Me hiciste querer colgarme de tu cuello, pues crei era una rama para tal. Tambien me hiciste entender que cada noche tenías un nombre distinto, qeu a pesar de las cirscunstancias siempre hay mas de cien mentiras para querer vivir. Vivía en la calle melanconlía, recuerdas? pero igual tu me ayudaste a mudarme al barrio ese otro qeu no recuerdo el nombre. Pero igual solo eran besos con sal.
Aun recuerdo como ese tipo loco iba entrando cada vez mas en mi mente y no le dejaba descansar, A diario le tenía en mi oreja, era un forma de recordarte. Pero sabes? Igual ya no quiero un amor civilizado con celos y escenas de sofas. No quiero celebrar nada, tan solo quiero vivir.
_Y no olvido esa cancion tan hermosa, qeu todos morimos por dedicar, que todos esperamos escuchar de alguien, para asi descansar a orilla de la chimenea.
Saludos mi super fascinante ser barroco de la actualidad.
CHAAAAVZ se piensa filósofo.
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