Resulta imposible no acordarse de él en estas fechas. No sé por qué, pero identifico a la Navidad con una ciudad gris, plagada de chimeneas que escupen su humo al agujero de ozono y poblada de trabajadores que huyen presurosos al fuego del hogar, tocados con bufandas y abrigos que les sientan dos tallas más grandes... No sé por qué, pero ésa es la Navidad de mis pensamientos. Sospecho que la culpa la tiene Charles Dickens y sus narraciones urbanas, muy victorianas, muy del siglo XIX.
Si se lee Cuento de Navidad detenidamente se encuentran (o al menos yo encontré) muchas similitudes con el Don Juan Tenorio de José Zorrilla. Lo digo por los espectros que se aparecen, que no dejan de atormentar al protagonista y que pretenden realizar una especie de catarsis en el lector.
Es una gran obra, la de Dickens, que captura el espíritu de las Navidades victorianas. Tanto me impresionó que ahora siempre asocio este época del año con la vetusta y "polvosa" Inglaterra de Charles.