Dos personas están sentadas a la mesa de una cocina angosta. Afuera, se agota la tarde. Una nube pesada y gris parte en cientos de rayos la última luz del sol. Los rayos se precipitan al suelo tiñendo de rojo los quicios, las banquetas y los postes de la ciudad. Un foco de veinticinco voltios ilumina la cocina. Sobre la estufa, las verduras se cuecen dentro de su olla y emiten un siseo apagado. Las personas no se hablan; sólo se miran y sonríen mientras esperan la noche, la cena, el amor.
"La palabra, una vez escrita, vuela y no torna" - Quinto Horacio Flaco
martes, 13 de julio de 2010
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2 comentarios:
La mejor forma de demostrarle a alguien que te interesa es leyendo sus novelas.
Lo se. Yo por eso leo y releo las novelas de Carlos Fuentes. Pero el sigue sin pelarme. Jajaja
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