La semana pasada sopló un viento tan feroz, que derribó dos árboles de mi colonia.
Me pregunto cómo algo que nosotros ni siquiera vemos maltrata y dobla los árboles hacia donde quiere. Yo, en cambio, con mis huesos y mis músculos y mi conciencia no consigo sacudirlos ni un poco.
Las manos invisibles son las más peligrosas.
Hoy por la mañana volví a intentarlo, pero tampoco pude. Lo seguiré intentando cada día hasta que logre tumbar mi árbol.
"La palabra, una vez escrita, vuela y no torna" - Quinto Horacio Flaco
domingo, 29 de mayo de 2011
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